Ya ha pasado más de una semana desde que se cerraran las escuelas. Al principio entré en angustia existencial, pero pronto me calmé a mi misma con el pensamiento consolador de que todo iba a ser algo así como unas vacaciones adelantadas.
Las escuelas, los centros educativos y las universidades cerraron. Esta ha sido una de las medidas ordenadas por el Consejo Federal desde el pasado 13 de marzo en Suiza para evitar la propagación del temido #Covid19 o #coronavirus que ha infectado a la fecha de publicación de este texto a cerca de 400.000 personas en el mundo de las cuales más de 17.000 han muerto.
Inmediatamente después de la noticia de que se suspendían las clases en todas las escuelas suizas, mi esposo, siempre pensando en que todo esté en su sitio, creó un grupo en whatsapp en el que escribió el siguiente mensaje:
“Hola a todos, el propósito de este grupo es activar la autoayuda entre vecinos, en lo que respecta al cuidado de niños o lo que sea, para lidiar con esta situación, LG ArBa.”
Ese mismo viernes 13 de marzo, las profesoras comenzaron a comunicarse con nosotros para informarnos que, después del anuncio del Consejo Federal, trabajarían durante el fin de semana para coordinar los pasos a seguir con el proceso educativo de nuestros hijos.
Y así fue. Todo el fin de semana, incluso el domingo 15 de marzo a las 21 horas, las profesoras nos llamaron para preguntar si íbamos a necesitar apoyo con el cuidado de les niñes ya que la Taggesschule* estaría habilitada para acoger a un número limitado de niños. Yo estaba tranquila. Seguía pensando que eran unas vacaciones adelantadas.
Con el bombardeo de noticias fatales sobre el #Covid19, aun no estaba muy segura de enviar a mis peques a un lugar en donde habría más niñes. Esto me generaba muchas incertidumbres. Nosotres decidimos al final que les enviaríamos dos días a la semana porque hasta ese momento, muchas cosas seguían en el marco cotidiano de lo normal. Pero las cosas siguieron cambiando rápidamente.
El lunes 16.03 en la mañana tuve que trabajar. Mi esposo estaba en casa así que él se quedó al cuidado de los peques. Cuando regresé del trabajo, ya teníamos un e-mail de las profesoras de la escuela con las primeras instrucciones a seguir.
El correo decía, palabras más, palabras menos, que tendríamos que hacer homeSchooling con los peques y que además tendríamos que recoger los materiales que ellas prepararían para que nuestros hijes continuarán con sus tareas educativas en casa.
Mis hijos de 7 y 5 años van a la escuela en donde han aplicado una metodología que llaman “basis Stuffe” la cual consiste en que niños de kindergarten hasta el 3r año de escuela vayan juntos a la misma clase y en el mismo espacio, para aprender unos de otros, siempre con el acompañamiento de las profesoras. Lo más interesante para mi y a la vez lo más controversial para otros padres en cuanto a este tipo de educación, es que no hay tareas para la casa.
En lo personal, siempre he cuestionado la educación, razón por la cual muy frecuentemente me he preguntado a mi misma, por qué no aceptar el desafío de educar a mis hijes en casa, aunque signifique dejarlo todo, aunque un dia ellos se vayan y yo no sepa que hacer despues con mi vida. Pero fue justo en ese momento en el que supe que tendríamos que hacer la escuela en casa, cuando entré en el pánico que ni siquiera las noticias de la pandemia me habían provocado.
Ya antes había intentado trabajar desde casa y me resultaba imposible ser productiva. Verdaderamente admiro a aquellas madres que logran encontrar un espacio en medio de la cotidianidad del hogar para continuar con sus vidas profesionales o sus negocios. Angustiada, no precisamente por la enfermedad que carcome al mundo en estos momentos, comencé a preguntarme desesperadamente a mí misma:
¿Cómo voy a mantener un equilibrio entre mi trabajo y mis obligaciones de madre y ahora: ¡profesora!?
¿Qué carajos voy a hacer con elles las 24 horas del día si no podemos salir?
¿Y si están enfermos y han contraído el virus?
¿Cómo voy a mantener el orden si ya todo en casa es un desmadre?
Por fortuna casi todas estas preguntas, han tenido respuestas en esta semana, aunque vale la pena decir, que han surgido otros cuestionamientos en el camino de la aventura de la educación en casa o como la llaman aquí “homeschooling”.
Para empezar, mi trabajo como cocinera del Lehrerzimmer también fue suspendido al lunes siguiente. Sí, también como otra de las medidas del Consejo Federal para evitar la propagación del #coronavirus, lo que había generado otros cambios, otros pensamientos y por supuesto, más preguntas. En cuanto mi trabajo como productora de medios y contenido, estaba convencida de que podría hacerlo desde casa, aunque esto represente todo un desafío en estos tiempos de confinamiento forzado. Menos mal que la conexión a internet nos permite trabajar a distancia.
Los peques estuvieron enfermos, mi hija tuvo fiebre de 39.8 grados y aunque estuve preocupada pensando que tal vez ella pudiese estar contagiada, hoy está sana. Sin embargo, hemos decidido que no les enviaremos a la Taggesschule, mientras yo no tenga que volver al trabajo presencial.
Y con el desmadre de la casa, bueno, decidimos crear nuestro propio “tagesplan in Covid Zeiten” (plan diario en tiempos del covid19) en el que tenemos horas de familia para comer, para limpiar, para organizar, para estudiar y por supuesto para divertirnos.
Mientras los peques hacen sus tareas escolares yo estudio alemán. Nos ayudamos entre nosotros y la casa está más limpia y en orden que nunca.
Hasta el momento he disfrutado este desafío impuesto por el destino, aunque aun no logre tener un equilibrio adecuado entre el trabajo que antes hacía en mi atelier y que ahora duplica mis trabajos en la intimidad de nuestra nueva cotidianidad que aun estamos experimentando en familia. Hemos tenido que asumir un nivel muy alto de coordinación de las rutinas para que les niñes puedan estudiar en la mañana y para que todo lo demás esté listo cuando tiene que estar.
En todo caso, la experiencia de la primera semana de escuela en casa, que fue forzada por la emergencia de #Covid19, ha sido muy satisfactoria aunque no deja de ser un gran reto.
Me he apropiado del papel madre/profesora aun cuando mis hijos me sigan viendo como la mami y no me respeten como la persona que también podría enseñarles matemáticas, o alemán, aunque para estos menesteres es mucho mejor Arne, mi esposo. En este camino, me he dado cuenta, por ejemplo, de que no cuento con ningún recurso metodológico para la enseñanza, no al menos para las asignaturas que les enseñan en la escuela y esto me sigue asustando un poco, porque me resulta dificil mantener la motivación de mis peques durante las horas de estudio.
Hoy soy más consciente de que la educación es una combinación de lo que los profesores enseñan a los niños en la escuela y lo que les enseñamos las madres y padres en la casa.
Esta situación de homeschooling imprevista para todos, ha despertado en mí los instintos más profundos de resistencia. Entretanto, yo sigo pensando si valdría la pena dejarlo todo por educar a mis hijes en casa, pero de inmediato recuerdo que hay personas que dedican sus vidas enteras a este tema, y este deseo se me pasa.
Hoy más que nunca, agradezco a todas las personas que se dedican a la labor de la enseñanza. Para todas ellas, especialmente para las profesoras de mis hijes, Frau Luzia Spirig, Frau Beatrix Aschwanden, Frau Silvia Liechti, Frau Barbara Müller y todas las personas que dedican sus vidas a esta labor, gracias.
Después de estos tiempos ya nadie será igual, ni siquiera la Tierra misma y ya estamos viviendo los cambios. Sin embargo, aún no es el tiempo para que la educación se convierta en homeschooling o virtual. Aunque el “social distance”, sea el comportamiento “must be” de los últimos tiempos, los niños y las niñas siguen necesitando socializar con otros. La humanidad seguirá necesitando a la humanidad.