Según la FAO 820 millones de personas padecen hambre crónica en la actualidad, aun cuando se producen suficientes alimentos para todos, sin embargo, desde la expansión exponencial del #COVID-19, los temores de una posible crisis alimentaria han aumentado.
Evidentemente la emergencia global desencadenada por el hecho de encontrarnos en medio de una pandemia, ha y sigue generando impactos en los sistemas de salud, lo que ha volcado a los gobiernos de países afectados a implementar medidas para detener la propagación del Coronavirus. Sin embargo, las medidas que funcionan bien en algunos lugares, no pueden aplicarse de manera idéntica en todas partes.
Las decisiones tomadas por algunos países sobre aislamientos y cuarentenas debido a la propagación del COVID 19, por supuesto sin precedentes en la historia reciente, han desatado consecuencias imposibles de medir de manera inmediata.
Los impactos sociales, culturales y económicos ocasionados en el marco de la pandemia, han desatado otras crisis que resultan contraproducentes para garantizar algunos derechos humanos como el derecho a la alimentación.
Así lo asegura el informe preliminar de seguimiento “Impacto del Covid 19 en el derecho humano a la alimentación y la nutrición” publicado recientemente por FIAN Internacional en Ginebra – Suiza, una organización de derechos humanos presente en 23 países, que defiende el derecho a la alimentación desde la visión del acompañamiento a movimientos sociales y comunidades de base.
La necesidad de hacer un informe que diera cuenta sobre cómo no solo la pandemia provocada por el COVID 19 sino también la aplicación de las medidas para contenerla, afectan el derecho a la alimentación, fue realizado con referencias entregadas por las comunidades y organizaciones de base en diferentes partes del mundo. El informe recopila en principio datos cualitativos, los cuales arrojan como resultado el comienzo de una crisis alimentaria con consecuencias a largo plazo, debido a la recesión económica, tal como también afirma también el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial.
Teniendo en cuenta que los sistemas alimentarios son de carácter global además de depender de las importaciones y exportaciones, ubican el derecho a la alimentación en una inmensa fragilidad, al favorecer a grandes productores agroindustriales y a los sistemas financieros que sostienen esos sectores, mientras se promueve la marginalización de pequeños agricultores que producen alimentos más saludables, necesarios para afrontar una amenaza mundial como la del COVID 19.
De acuerdo a Ana Maria Suarez Franco, abogada y representante permanente para FIAN International en Ginebra “la soluciones que proponen a nivel local o incluso algunos estados, las cuales se centran en el ser humano y no solamente en la ganancia, muestran resultados positivos que deberían ser replicados para contener la crisis alimentaria que ya es un hecho en el mundo”.
El informe de FIAN Internacional, concluye con un llamado a los estados para que la crisis provocada por la pandemia del COVID 19, sea tratada bajo los principios y las obligaciones que han sido adquiridas por los estados en materia de derechos humanos.